EL CAMINO DE BAJADA
Por: Jeanne de salzmann
Debo conocer el camino que tomo: el camino de subida y el
camino de bajada.
Despues de haberme recogido para encontrar en mí algo real,
aprendo a regresar hacia la manifestación, para abrirme a la realidad en
medio de las actividades de la vida.
Cuando, por casualidad, me despierto a mi situación en la
vida, veo que no estoy preparado.
Mi compromiso no es una escogencia consciente y mi
atención queda dispersa.
Para estar presente, necesito una cierta
calidad, una cierta voluntad, un deseo que no viene de las cualidades de mi
persona ordinaria.
Mi esfuerzo está hecho de algo que no pertenece
a mis medios ordinarios, a mi yo ordinario, que debe ceder su lugar.
Para eso debo tomar una decisión.
Decido recordarme de mí mismo y quedarme en
relación con LAS DOS DIRECCIONES en un momento dado, en una circunstancia precisa.
De ordinario mis momentos de trabajo estan
aislados y sin relación entre si.
Cuando me recuerdo, sólo, en calma, me separo de lo que
yo era en la vida, rechazo lo que soy en la vida y no puedo conocerlo.
Despues, cuando trato en la vida, no tengo nada
preparado de antemano, nada sobre lo cual apoyarme.
Por consiguiente, mi esfuerzo es débil, laxo.
Necesito entonces relacionar entre si los momentos en que
trabajo sentado, en calma, en profundidad, fuera de la vida, con los momentos de
trabajo en la vida: relacionarlos conscientemente a través de una decisión.
Algo de mi trabajo sentado debe pasar a mi
trabajo en la vida, y la impresión de lo que soy en la vida, con la
resistencia, debe pasar a mi trabajo sentado.
Entonces mi decisión de estar presente puede ser
voluntaria, con una impresión fuerte que proyecto sobre mi momento futuro
de trabajo.
La relación aceptada de antemano puede hacerse en el momento
requerido,
con tal de que el esfuerzo sea claro.
Pero tomar una decisión de trabajar es muy dificil,
porque la decisión debe a la vez tocar los dos aspectos de mí mismo.
Mi incapacidad muestra el conocimiento limitado
que tengo de poder hacer.
Toda nuestra Presencia debe estar allí en el momento de
la decisión, mi yo ordinario debe estar informado.
Cuando ejecuto, estoy allí con todas las fuerzas
concentradas en mí, en ese centro provisional de gravedad, de iniciativa, que
sostiene mi vida; algo que reconocemos como ilusorio y decepcionante desde
un punto de vista consciente, pero que está allí.
Por supuesto, el yo ordinario no lo quiere; a él no le interesa.
Pero debe sentir que hay algo más urgente y aceptar obedecer.
Resistir y aceptar
al mismo tiempo.
Aceptar la lucha.
En el momento de ejecutar la decisión, cuando nos recordamos de
nuestra decisión, debemos tener el sentimiento de obediencia, de
sumisión a algo más grande.
Necesitamos una fuerza sobre la cual apoyarnos para cumplir con
nuestra decisión.
Nuestra fuerza de vida con su centro ilusorio de
iniciativa debe estar en el centro de nuestra ejecución.
Debo ser muy ladino para sorprender lo que yo soy en la
vida.
Sin cambiar mi deseo de manifestarme en la
vida.
Debo sorprenderme y dividir mi atención al mismo momento.
Es casi imposible.
Al tomar una decisión, debemos “medirnos” para poder hacer un esfuerzo justo.
Esto quiere decir medir nuestras fuerzas.
Para iniciar una lucha más consciente necesito conocer lo
que puedo y no puedo hacer y necesito anticipar la resistencia.
Hay obstáculos que debo comprender, con la ilusión de mi yo
ordinario y la duda de mi capacidad.
La duda viene por la pasividad, que no quiere renunciar;
es un animal muy ladino.
Me dice que ella no puede hacer nada.
Es verdad, ella no puede.
Pero otra cosa si puede.
Necesito escuchar esto.
No puedo hoy estar presente en cualquier actividad.
Debo escoger una actividad a mi medida para
ejercitarme.
En la actividad más simple podemos ver que
no tenemos la capacidad de estar presentes.
Cuando logro algo, siempre tengo la tendencia a sentirme satisfecho y parar.
Me olvido de la fuerza de mi inercia, porque cuando debo empezar de nuevo
esto me pide un esfuerzo mucho mayor.
Debo aprender a encontrar siempre impulsos nuevos para
trabajar, condiciones que no sean demasiado difíciles, pero que al mismo
tiempo sean suficientemente exigentes.
Si son demasiado forzadas, van a crear una resistencia
tal que no podre continuar.
Si no lo son lo suficiente, no podrán servir
de impulso.
No se comprometan si no están seguros de poder cumplir
con su promesa.
Si se comprometen a realizar una tarea, deben
sentirla como una fuerte necesidad desde el principio del día.
Es más importante que todo lo demás.
Para poder luchar, la afirmación debe tener tanto poder
como el de una fuerte identificación.
jeanne de salzmann